MARZO 2004

Terminadas con el invierno las labores de mantenimiento, los pequeños frutales que rodean el huerto comienzan a echar las primeras hojas e incluso algunos, como el joven cerezo, las primeras flores.

Vuelve la actividad a las tablas de hortalizas centrándose en la preparación de la tierra para las siembras primaverales. Si la porción de terreno quedó al descubierto, se comienza quitando la capa de hierba surgida durante el otoño y el invierno. El resultado de esta limpieza se reserva para, ya en verano, mezclarlo con estiércol en la elaboración del abono natural (mantillo). Algunas tablas han estado cubiertas por una gruesa capa de hierba seca (acolchado) que las ha protegido de la erosión y ha evitado la aparición de adventicias. El siguiente paso consiste en efectuar una buena cava con la azada que, gracias a la ideal consistencia del terreno (excelente proporción entre arcillas y arenas) y el punto de humedad, se realiza sin mucho esfuerzo. A continuación se esparcen por encima de la tierra removida un par de carretillas por tabla del mantillo que comenzamos a preparar en el mes de agosto y que ya está hecho. Finalmente, unas pasadas de rastrillo mezclarán abonado y tierra y dejarán la superficie lista para la sementera. Como decíamos, el mantillo ha tenido en estos meses tiempo más que suficiente para hacerse. Se ha convertido en una mezcla homogénea (a excepción de algunas hierbas que no se han descompuesto totalmente) con un agradable olor a tierra de bosque, nada que ver con esa cosa pestilente que echan a los jardines en las ciudades.

Así, a finales de mes, se han sembrado lechugas, maíz dulce, guisantes y remolacha de mesa. También algunos cultivos en plan experimental: semillas de espárragos para consumir en verde (habrá que esperar un par de años para que surjan brotes aprovechables) y una especie de pepino, no muy conocido, llamado cohombro y que a pesar de ser de nuestras hortalizas favoritas nunca habíamos cultivado.

Y siendo como es, época de siembra, parece oportuno hablar de la rotación de cultivos. No se trata de una práctica específica de la agricultura ecológica ya que también se practica, en mayor o menor medida, en la convencional. La idea es evitar sembrar una misma especie dos veces consecutivas en el mismo terreno, esto es, alternar los cultivos. Se trata de, por un lado, impedir el agotamiento de nutrientes específicos y por otro, el asentamiento de plagas. Los modelos más elaborados de rotación llegan a recomendar la sucesión de especies de las que se aprovechan las hojas por otras de las que se usan los frutos alternadas de aquellas cultivadas por sus raíces. Nosotros llevamos un registro de lo que plantamos en cada línea de cada tabla para no repetir inmediatamente la misma hortaliza.

Se ha prestado algo de atención a los bordes del huerto: se han sembrado tagetes, ipomeas, caléndulas y piretro en el norte, dedicado a flores de jardín y perejil, melisa, anís, hierbabuena, orégano, albahaca y manzanilla en el sur destinado a aromáticas y medicinales.

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