ENERO 2004
Escasa ha sido la actividad en el huerto este mes de enero. La experiencia de años anteriores aconsejaba no sembrar nada. El frío reinante en este paraje es más duro que el característico de la comarca y sementeras precedentes nunca prosperaron. En cuanto a las recolecciones, se han limitado a una tercera recogida de coles de Bruselas y algunas aguaturmas. La hierba que crece en los pasillos entre tablas tampoco desarrolla, de modo que con un par de pasadas con la segadora manual ha sido suficiente para mantenerla bajo control. Los ajos son los únicos que tiran para arriba y a finales de mes ya habían alcanzado unos 12 cm de altura.
Se ha aprovechado esa escasez de trabajo en el huerto para cuidar un poco los árboles que se han ido plantando en años anteriores en el resto de la parcela. Hay dos madroños, un par de moreras, un níspero, tres pinos, un par de manzanos, un melocotonero, un cerezo, un par de azufaifos, un avellano, un par de robles que sembramos de bellota, varios chopos, álamos, un ciruelo resultado de un injerto, un aliso, un par de nogales, una higuera... Son todos muy jóvenes por lo que la poda de formación es casi inevitable. El melocotonero, por ejemplo, se había llenado de ramillas excesivamente alargadas y en direcciones poco convenientes. Si las ramas sobrantes no se cortan en el momento de su aparición, habrá que hacerlo más adelante cuando su grosor haga inevitable grandes heridas. Junto con la poda se revisan los tutores y que las ataduras no estén estrangulando al árbol.
El montón de mantillo que apilamos en agosto se encuentra ahora en el ecuador de su preparación. Ha sido deshecho y vuelto a reconstruir para mezclar de manera homogénea todos los componentes que en un primer momento fueron dispuestos en capas. En marzo estará listo para ser incorporado a la tierra, cuando se la prepare para el grueso de siembras de la temporada.